Todavía no existe un consenso sobre la definición de los constructos que se utilizan en la investigación (Dula & Gueller, 2003). Así, se observa en la literatura científica que aparecen diversos términos tales como aggressive driving, road rage o driving anger, para referirse indistintamente al estudio de las emociones de la ira y los comportamientos agresivos al conducir. En algunos casos, estos términos se utilizan de manera superpuesta, reservando el término de road rage a las reacciones violentas con otros conductores (Deffenbacher, Lynch, Filleti, Dahlen y Oetting, 2003). En otros casos aparecen como sinónimos o términos intercambiables (Ayar, 2006; Britt & Garrity, 2006; Parkinson, 2001; Underwood, Chapman, Wrigth & Crundall, 1999) o se utilizan definiciones superpuestas (Sullman, Gras, Cunill, Planes & Font-Mayolas, 2007).
Con lo que respecta al término road rage, que traducido al castellano lo podíamos definir como violencia vial (aunque su traducción literal del ingles es ira al volante), se considera por muchos autores como un comportamiento criminal, aunque todavía no hay una definición unánime al respecto (Wells-Parker, Ceminsky, Hallbergs, Snow, Dunaway, Guiling et all., 2002). Podríamos considerar este termino para cuando el conductor da un paso más en su agresividad al volante e intenta agredir físicamente a otro conductor o pasajero de otro vehículo (Deffenbacher, Lynch & Richards, 2003), tratándose de una agresión hostil emocional, cuyo objetivo principal sería provocar daño (Shinar, 1998) o intenta, con ayuda de su vehículo forzar al otro para intentar causarle algún daño a los ocupantes del mismo.
Como hemos visto anteriormente, el término que mejor conjuga para denominar la agresividad al volante es aggressive driving, porque describe mejor los comportamientos objeto del estudio.
La noción de agresión deriva del latín aggredi=acercarse. Se entiende en el sentido de atacar, pero también en el de hacer frente a un reto. La terminología misma expresa que se trata de imponer los deseos contra las resistencias mediante una violenta superación de las mismas recurriendo por ejemplo, a la lucha o la amenaza. En definitiva se trata de ejercer un dominio (Fisher. 1966).
Tal como dicen Edmunds y Kendrick, introducirse en el tema de la agresividad es entrar en una “jungla semántica”. Se han dado muchas definiciones a la agresión, en las cuales lo común seria la noción que incorpora Buss de “una respuesta que se vuelve un estimulo nocivo para otro organismo”; el aspecto diferencial seria la conclusión del concepto de “intención” en el daño producido, el cual por algunos fue considerado innecesario por su condición mentalista y no es apropiado para un análisis riguroso. El problema es que, obviamente, muchas situaciones en las cuales un individuo daña a otro no constituyen agresión, debido a la falta de intención. De este modo Edmunds y Kendrick sostiene que el concepto de agresión debe incluir tres aspectos: la producción de un estimulo nocivo, el intento de dañar y el hecho de que el ataque tenga una probabilidad mayor a cero de ser exitoso.
Una de las definiciones mas aceptadas es la de “la producción de un estimulo nocivo de un organismo hacia otro con la intención de provocar daño o con alguna expectativa de que el estimulo llegue a su objeto y tenga el efecto deseado (Kaplan, H. y Sadock, B 1997).
Según la definición que hemos visto anteriormente, y aplicada a la conducción, la podemos definir como cualquier forma de comportamiento de un conductor, con la que intenta directa o indirectamente provocar, perjudicar o causar daño de cualquier tipo a otras personas que comparten el espacio común por el que discurre el tráfico . Generalmente se entiende en el sentido de impulsar acciones que superan notablemente las normas de comportamiento de conducción seguro y que directamente afecta a otros usuarios de la carretera colocándolos en peligro innecesario.
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