martes, 27 de mayo de 2014

TEORÍA DE LA OPORTUNIDAD Y SEGURIDAD VIAL

ADAPTACIÓN DE LA TEORÍA DE LA ACTIVIDAD RUTINARIA A LOS D.C.S.V.
Una de las teorías más prometedoras de la criminología ambiental es la teoría de las actividades rutinarias o también llamada teoría de la oportunidad. Fue formulada en el año 1997 por Lawrence Cohen y Marcus Felson y en ella establecen una nueva conceptualización del delito a partir de los elementos de oportunidad y de ausencia de controladores eficaces, tanto de carácter formal (la policía) como informales (relativos a la propia autoprotección).
Para que se lleve a cabo, tienen que concurrir a la vez tres circunstancias:
  1.  La presencia de un victimario (unidad de tráfico), tanto con inclinaciones criminales como con la habilidad para poner en práctica tales inclinaciones.
  2.  La de una persona u objeto que representen un “objetivo apropiado”, o sea, una posible víctima o una cosa o bien propicio, por ejemplo. La victima sería la seguridad vial en términos generales.
  3.  La ausencia de guardianes capaces de prevenir las infracciones, como es el caso de los Agentes encargados de la vigilancia del tráfico, ciudadanos e incluso otros medios.
Los tres elementos anteriores son necesarios para que el delito pueda producirse, si faltase uno de ellos, el delito ya no tendría lugar. La vida moderna ha provocado que ahora estos tres elementos tiendan a coincidir con más frecuencia que antes.
En la sociedad actual se están produciendo cambios importantes en las actividades rutinarias de la vida diaria, entre las que se encuentra los permanentes desplazamientos de un lugar a otro; estando interactuando con el tráfico viario continuamente, ya sea de una manera u otra.
Serrano Maíllo recuerda, sobre esta cuestión, que en sus actividades de todos los días, las personas se ven obligadas a desplazarse en coche o transporte público lejos de sus viviendas y propiedades para asistir a sus trabajos, llevar y traer a los niños al colegio o ir a comprar (Serrano Maíllo, Oportunidad y delito, 2009). Enel mismo sentido, Garrido, Redondo y Stangeland, indican que en la sociedad moderna, se producen importantes cambios en la actividades cotidianas, entre otras cosas por los permanentes desplazamientos de
un lugar a otro, y el continuo movimiento de vehículos (Garrido Genovés, Redondo Illescas, & Stangeland, Principios de Criminología, 2006).
Al estar más tiempo interactuando con el tráfico (a esto hay que añadirle que cada vez hay más vehículos circulando por las vías)  existe un aumento de las oportunidades y de las tendencias para poder cometer un delito contra la seguridad vial.

Por último, por lo que se refiere a las oportunidades para delinquir, probablemente no puede aducirse que todas las personas expuestas a tentaciones delictivas semejantes estén igualmente dispuestas a cometer delitos. Sin embargo, los estudios de criminología ambiental informan de que existe una relación directa entre mayores oportunidades delictivas y mayor delincuencia, y entre menores oportunidades delictivas y menor delincuencia (Barr y Pease, 1990; Brantingham y Brantingham, 1991, 1993; Clarke, 1993, 1994; Felson, 2002, 2006; Stangeland, Díez Ripollés y Durán, 1998).


lunes, 5 de mayo de 2014

TEORÍAS DE LA DISUASIÓN

TEORÍAS DE LA DISUASIÓN Y SU IMPORTANCIA EN LA SEGURIDAD VIAL

Desde la Escuela Clásica, a los más modernos postulados de las teorías económicas del delito o la elección racional, pasando por las denominadas neoclásicas, el enfoque de la disuasión agrupa una serie de teorías que sitúan el centro de su explicación en el efecto de las normas sobre el individuo y en la consiguiente “elección” de éste de adentrarse o no en la conducta criminal.
Por su propia esencia, y aunque también se muestran coherentes con el concepto de prevención especial negativa, este enfoque está especialmente centrado en los efectos de la prevención general negativa, entendida como el efecto que hace que los individuos se abstengan de cometer delitos por temor a las consecuencias penales o normativas (Serrano Maíllo, Introducción a la Criminología, 2006).
Que tiene su efecto cuando a un individuo se le impone una pena y en el futuro tiende a respetar más la Ley, porque ya ha sufrido los rigores de una sanción, y sabe mejor los riesgos y consecuencias que afronta.
El logro de esa prevención general puede favorecerse a través de la habituación, la formación normativa y la disuasión. Garrido, Stangeland y Redondo, que entienden esta habituación como un resultado de las normas y sanciones penales que hace que las personas automaticen una serie de comportamientos dentro de la legalidad normativa, ponen como ejemplo de ella el hecho de que los ciudadanos suelen detener su vehículo automáticamente al ver un semáforo en rojo sin necesidad de pensar y decidir en cada caso sobre esa conducta.
Siguen diciendo que la formación normativa es el efecto educativo que tendrían las normas penales a largo plazo. Y que la disuasión – relacionada ya directamente con la prevención general negativa en concreto- se logra a través de los tres elementos tradicionales de la Escuela Clásica: la certeza, la prontitud y la dureza de la imposición de las penas. Las dos primeras dependen de la eficacia policial y de la rapidez del procedimiento penal, mientras que la última está determinada por el Código Penal (Garrido Genovés, Redondo Illescas, & Stangeland, Principios de Criminología).
Una importante perspectiva dentro del paradigma de la disuasión es la que sostiene la Teoría de la Elección Racional. A través de ella, Cornish y Clarke (1986) describen la delincuencia como un suceso que ocurre cuando un delincuente decide correr el riesgo de vulnerar la Ley, después de considerar sus propias necesidades económicas, sus valores personales o experiencias previas, hasta qué punto su “objetivo” está protegido, cuáles son las condiciones económicas y sociales del vecindario o cómo es de eficiente la Policía del lugar. Antes de cometer un delito, ese “razonamiento” criminal sopesa las posibilidades de ser detenido, la severidad de las penas que se pueden imponer, el valor de lo que se puede conseguir mediante la comisión del acto, y la mayor o menor necesidad de inmediatez en conseguir ese objetivo. Clarke enlaza esta teoría con la prevención mediante su propuesta de técnicas de reducción de oportunidades. El propósito de las mismas es incrementar el esfuerzo necesario para la comisión del delito o el riesgo percibido de detención; o bien reducir las posibilidades de recompensas esperadas, o eliminar las justificaciones para el incumplimiento de la Ley.
Desde el punto de vista de la delincuencia de tráfico, se tiende a descansar el logro de la prevención general sólo en la actuación policial y los cambios normativos, olvidando generalmente que una adecuada formación normativa (en este caso, no sólo respecto de las leyes penales sino también la normativa administrativa del tráfico y la seguridad vial) puede conseguir una habituación hacia el cumplimiento de las normas permitiendo así una mejor preservación de la seguridad colectiva. Desde el punto de vista de las teorías de la disuasión, uno de los puntos focales debe ser la determinación de hasta qué punto los individuos se ven supeditados por ésta o no, hacia la evitación de la conducta delictiva y los procesos de decisión relacionados con esta problemática.



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