Es un hecho constatado que la
existencia en el conductor de estados emocionales intensos, puede desembocar en
patrones de conducción totalmente inadecuados que incrementan considerablemente
el riesgo de accidente.
Una persona no está siempre en
óptimas condiciones psicofísicas cuando se encuentra al volante de su vehículo.
La conducción, como una manifestación y actividad más de la vida cotidiana del
hombre, no es ajena a determinadas alteraciones como puedan ser el estrés o la
ansiedad. Por ejemplo, la ansiedad, una de las reacciones emocionales más
ampliamente estudiadas, ya sea provocada por el entorno de tráfico o por las
circunstancias del individuo, puede alterar las condiciones físicas o
psicológicas que son necesarias para el desempeño seguro de la compleja
actividad de conducir, por lo que puede convertirse en una variable
clarificadora de los comportamientos de eficacia, eficiencia y seguridad en la
conducción.
Cuando se produce una reacción
emocional, se pueden observar cambios en tres tipos de canales de expresión:
- A nivel experiencial-subjetivo (sentimientos de alegría, tristeza, enfado, etc.).
- A nivel corporal o fisiológico-orgánico (cambios en el ritmo cardiaco o respiratorio, aumento de la sudoración, cambios en la tensión muscular, etc.).
- A nivel observacional-motor (sonrisa, llanto, expresiones faciales de ira, miedo, etc.).
Si trasladamos estos tres tipos de
respuestas emocionales arriba comentadas a la situación de conducción, podemos
reflexionar acerca del papel positivo o negativo que las emociones pueden jugar
en el tráfico y la seguridad vial (Bañuls, et al., 1995).
Son las siguientes:
- El componente experiencial subjetivo de las reacciones emocionales está fuertemente relacionado con el rendimiento en actividades cognitivas superiores, como la memoria o el pensamiento. Una persona que experimenta un fuerte estado emocional de ira, ansiedad o euforia, presenta serios déficits atencionales, que dificultan la ejecución en una tarea compleja, como es la conducción.
- Por ejemplo, la ansiedad o el miedo que experimenta un conductor novel, le lleva muchas veces a situaciones de riesgo por falta de decisión, inseguridad, etc. En cualquier caso, una persona que se sienta impactada emocionalmente, o que percibe un escaso grado de control sobre su conducta cuando se encuentra sometido a un estado emocional, deberían reconsiderar la posibilidad de conducir.
- A nivel fisiológico se producen una serie de alteraciones en los niveles de activación, de forma general, una baja actividad fisiológica estaría relacionada con pérdida de atención, somnolencia, alto tiempo de latencia, etc.; mientras que, una alta activación estaría relacionada con desorden del pensamiento, falta de concentración, impulsividad o tendencia a la acción irreflexiva, etc., toda una serie de cambios que ponen en peligro la seguridad en la conducción.
- Por último, las respuestas motoras u observables de las reacciones emocionales cumplen una función expresiva y de comunicación a los demás acerca de nuestro estado emocional, nuestras intenciones, etc. Por ejemplo, las expresiones de ira son frecuentes en la conducción, llegando muchas veces a desencadenar explosiones de conducta violenta que puede terminar en agresiones de consecuencias imprevisibles.
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