domingo, 9 de agosto de 2015

LA AGRESIVIDAD COMO POSIBLE FACTOR DE LA DESIGUALDAD DE GÉNERO EN LOS DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD VIAL


Por Jose María González

Uno de los instintos naturales más importantes del hombre, que puede limitarse a manifestaciones dentro del ámbito del comportamiento legal, pero igualmente puede conducir a delitos de tráfico o de criminalidad grave, es el instinto de la agresión (Keupp, citado por Middendorff) siendo uno de los factores que predominan en estos tipos de delitos (y también en las conductas antisociales en el tráfico rodado) es la llamada agresividad en la conducción. Es el conductor agresivo el que desencadena mayores riesgos para los usuarios de las vías, con unas conductas antisociales en la conducción y una preocupación por el mismo, sin importarle lo que tiene a su alrededor. Un estudio demuestra que el 80% de los españoles piensan que la conducción agresiva es un problema social muy importante, el 50% considera que se produce con relativa alta frecuencia y el 69% cree que se ha incrementado y sigue incrementándose en los últimos años . Por otra parte, algunos estudios han establecido que la prevalencia de la conducción agresiva oscila entre un 20% y un 25% de los conductores (Galovski, T.E., Malta, L.S., y Blanchard, E.B., 2002).

Por eso quiero averiguar si la agresivad es un factor predominante en la diferenciación del género en los delitos contra la seguridad vial y podemos definir la agresividad en la conducción como cualquier forma de comportamiento de un conductor, con la que intenta directa o indirectamente provocar, perjudicar o causar daño de cualquier tipo a otras personas que comparten el espacio común por el que discurre el tráfico . Generalmente se entiende en el sentido de impulsar acciones que superan notablemente las normas de comportamiento de conducción seguro y que directamente afecta a otros usuarios de la carretera colocándolos en peligro innecesario.
Es ampliamente reconocido y demostrado científicamente que en los varones la testosterona (hormona prominentemente en el sistema endocrino masculino) es un detonante para el incremento de la agresividad, aunque tenemos que tener en cuenta que también se encuentra, en un grado mucho inferior, en las mujeres (LeDoux, 1999). Esta hormona hace que el hombre sea más reactivo y agresivo ante el estrés ambiental. Tenemos que recordar que un alto porcentaje de estos delitos se “descubren” por la implicación del conductor en un siniestro vial, producido éste por una mala práctica de la conducción y/o de los factores que rodea el siniestro, ya sean factores internos o externos o por que el Agente encargado de la vigilancia del tráfico ha observado una conducta desviada del conductor.
La “teoría de la Agresión” es la más representativa en este tipo de conductas, en ella pueden distinguirse dos grandes enfoques en las teorías formuladas para explicar la conducta agresiva:
1. las que fijan su origen en los impulsos puramente internos y que aparecen en el individuo desde su nacimiento.
2. Y las que lo sitúan en los ambientes que rodean al individuo, y que la conciben como una reacción de salida frente a determinadas situaciones ambientales.
Sobre esta base actúan, como elementos originadores y/o potenciadores, además de la frustración, la cólera y la ira, otros estados emocionales, como la activación emocional o el estado cognitivo (Clemente Díaz & Espinosa Breen, 2001). En la primera de las tendencias, Middendorff afirma que la agresión y la disposición a la lucha en la naturaleza humana, incluyen la comisión de delitos agresivos, desde la locura de la velocidad hasta el asesinato y que, dentro del marco de la criminalidad en general, los delitos han aumentado en gravedad, crueldad y brutalidad, por lo que es lógico sacar la consecuencia de que el incremento de la agresividad se mostrará también en el tráfico.
La agresividad en la conducción viene aparejada por la impulsividad del sujeto. Y esta agresividad es innata en los hombres, principalmente por razones biológicas (la testosterona) y demostrada por muchas investigaciones que documentan que los varones difieren de las mujeres en los siguientes aspectos fundamentales:
-Los varones presentan una mayor agresión física desde la infancia hasta la edad adulta.
-Los varones exhiben una mayor conducta exploratoria del entorno. Ya en las guarderías se observa como niños, en general, efectúan un mayor número de movimientos y desplazamientos que las niñas.
-Los niños muestran también una mayor frecuencia de juego brusco y agresivo, incluidas las conductas agresivas atenuadas o desplazadas como las agresiones imaginarias que tienen lugar en los juegos. (McCoby y Jaeklin, 1985).

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