En lo que va de año han fallecido
en las carreteras españolas 21 ciclistas a causas de conductores imprudentes.
El último siniestro tuvo lugar el pasado 5 de agosto en el murieron dos
ciclistas arrollados por un joven que conducía bajo los efectos de las drogas[1].
En 2017 fallecieron 44 personas, 11 más que en 2016.
Este aumento de la siniestralidad
relacionada con la bicicleta puede obedecer al incremento de ciclistas en nuestras carreteas o la falta
de concienciación de los conductores. Lo que está claro es que no es raro
encontrar como causa principal en varios de estos sucesos el hecho de que el
conductor se encontraba bajo los efectos del alcohol o las drogas, circulaba
con exceso de velocidad o sin respetar las normas de circulación existentes en
relación con los ciclistas… Estas circunstancias mencionadas pueden incluso
unirse en una sola palabra: imprudencia.